La entrada

Vestibulum

Vestíbulum. Fuente en: http://bit.ly/2fPxYoW
Vestíbulum. Fuente en: http://bit.ly/2fPxYoW

Como vimos en la última entrada, el ritual de la salutatio, cada día, comenzaba en la entrada, en el vestíbulo. Era un lugar de tránsito, como nos dice Isidoro de Sevilla, pero se convirtió en un lugar de espera mientras abrían la puerta. En días de lluvia se refugiaban bajo los pórticos, en caso de que los hubiera; y si el patrono era considerado, podían esperar en bancos situados en la fachada. Era un lugar de titularidad privada, pero de acceso público.

En la fachada se abría un vano que daba lugar al vestíbulo, que era el espacio entre la acera de la calle y la puerta de acceso a la casa. Aunque había otro tipo de vestíbulo, de tradición griega, denominado thyroron. Este consiste en un espacio cerrado entre dos puertas, de la cual, la segunda daría lugar a la casa. Este espacio estaría vigilado por un portero.

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Vestíbulum. Fuente en: http://bit.ly/2fK0zvn

Es dentro del vestíbulo donde se hace la clasificación de la clientela, como ya vimos anteriormente. No todos pueden pasar al interior y esperar en el atrio, gran parte de la turba se quedaba allí. El vestíbulo llegó a ser incluso lugar de estancia, de espera y hasta de recepción, efectuándose en este lugar el saludo. Esto se debe a que el atrio, tan importante en la salutatio, cae en desuso, mientras esta práctica se mantuvo hasta la época imperial. Esto, junto con el aumento de la clientela, provocó la construcción de grandes y majestuosos vestíbulos.

Además, estos lugares, se aprovechaban para exhibir símbolos de honores y méritos, y títulos familiares, por lo tanto había una función propagandística. Es un marco de presentación ante la sociedad. Los emperadores añadieron esculturas como signo de distinción. Pero estos no fueron los únicos, ya que unos simples abogados, por ejemplo, también lo hicieron. Además, podíamos encontar árboles genealógicos (stemma); o clipei, con forma de escudo, conteniendo retratos de los personajes ilustres de la familia.

Vestíbulum. Fuente en: http://bit.ly/2fNmosI
Vestíbulum. Fuente en: http://bit.ly/2fNmosI

Puerta

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Vestíbulum con la puerta de acceso. Fuente en: http://bit.ly/2eQqsYr

La puerta se constituye como la frontera entre el espacio público del vestíbulo y la privacidad e intimidad del interior de la casa. Su función es la cerrar, separar y garantizar la seguridad de la casa.

Uno de los nombres que se le da es el de foris, que significa “fuera”, es decir, el mundo exterior. Aunque había otros nombres: ianua, dándole el nombre el dios Ianus (Jano), que se trata el guardián de la puerta; Posticum, que designaría a las puertas laterales o traseras; y porta, que no se usaba mucho en el ámbito doméstico, sino más para designar los grandes portones de entrada a una ciudad, o de campamentos y templos. La puerta estaba compuesta por el limen inferum, ya que delimita el ámbito privado al que se entra; el dintel, denominado limen superum; las jambas, conocidas como postes; y las hojas de las puertas, foris o ualuae.

En ocasiones nos encontramos con varias puertas de diferentes tamaños en la entrada. Probablemente, la principal se abriría para la saludatio y otras ocasiones importantes, mientras que la más pequeña estaría destinada para un uso más cotidiano.

Por otra parte, servía como canal de comunicación, ya que se en las puertas se decoraban en los acontecimientos importantes como en el cumpleaños del emperador (podía ser declarado enemigo público si no se hacía), en el nacimiento de un hijo, en ceremonias nupciales…

Porteros

En las familias acomodadas, para el control y tranquilidad de los propietarios, solían contar con un portero. Pero no todos se lo podían permitir, ni siquiera todas las casas que contaban con esclavos se podía permitir un portero permanente.

Debemos destacar la cella ostiaria, una habitación que funcionaría como una especie de portería donde alojaba el portero. Pero esta solo se encontraba en lugares de grandes dimensiones como las mansiones o palacios imperiales, ya que se trataba de un lujo.

El portero normalmente se trata de un esclavo que realizaba otras tareas, pero que debido a su buena labor se gana la confianza del amo y éste le da esta misión. La labor del portero consistía en recibir las visitas y en interceptar a aquellos que no son bienvenidos, pero también actuaba de mensajero con el interior. En los comienzos, algunas referencias nos dicen que estaban atados con cadenas, pero esto desaparecería. Pero sí que habría castigos para los que cruzasen el umbral sin permiso. Además, los signos distintivos de un portero eran las llaves y el bastón, junto con el perro, como ayudante de vigilancia.

Bibliografía:

Fernández Vega, P.A. (1999): La casa romana, editorial Akal, Madrid, pág. 78-102

La salutatio

La salutatio consiste en el saludo que deben hacer los clientes a sus patronos al amanecer. Esta costumbre es heredada de la República, perviviendo durante la época Imperial. Su práctica denota una gran subordinación y dependencia por parte del cliente. Éste debe de estar en casa del patrono cuando haya amanecido. La tradición lo suele justificar porque el patrono debe de ir al foro a continuación, y los clientes deben de seguir luego con sus quehaceres.

Estos deben  pasar por tres escenarios sucesivos: primero por la entrada, el área de acceso; luego por el atrio, lugar de espera; y, por último, el área de recepción, donde se realiza el saludo. Pero antes, deben de hacer cola en la acera para poder llevar a cabo esta costumbre. En las colas, como nos dice Juvenal, había conflictos por ser los primeros, ya sea por el orden de llegada, por la clase social o por la fortuna:

“Dale primero al pretor y luego al tribuno”. Pero el primero en llegar ha sido el liberto. “Yo estoy el primero-dice-. ¿Por qué voy a dudar en defender mi puesto […]? Yo soy más rico que los Palantes y los Licinios”. Que esperen pues los tribunos y que pasen primero los ricos”. Juv. 1,101-103 y 108-110 (trad. de J. Guillén)

[Fernández Vega, P.A. (1999): La casa romana, editorial Akal, Madrid, pág. 139, párrafo 2]

No se trata de una anécdota, sino que se refleja una diferenciación de clases, donde se impone la jerarquía social. Además, en el vestíbulo se clasificaban aquellos que debían saludar, aquellos debían ser saludados y, por último, los que ni siquiera tenían el derecho de saludar a su patrono. A finales del siglo II a.C., con el crecimiento de las clientelas, hay una necesidad de un sistema de clasificación. Hay una separación entre amici y turba. En principio pueden pertenecer a cualquier clase social, pero en realidad dentro de los amici estaban los más poderosos y ricos. Con estos, el saludo será con mayor intimidad y privacidad que con la turba. Incluso dentro de los amici, el grado de privacidad variaba.

Antes de acceder al interior, aparece el patrono, junto a dos esclavos. Un esclavo va llamando uno a uno a los clientes, mientras el otro va repartiendo las raciones. Mientras tanto, el patrono vigila que ninguno se haga pasar por alguien que no es e intente llevarse su ración.

Otra norma a tener en cuenta es el uso de la toga por los clientes. Con esto reconocen al superior y tributan los honores. Mediante la toga se podía identificar el tipo de ciudadano, debido tanto a la calidad del tejido como a los distintivos de rango social que lleva en la ropa.

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Ilustración que representa la salutatio. Fuente en: http://bit.ly/2eLVcNf

No debemos de olvidarnos que todas estas redes de clientelas se deben a una serie de intereses. Buscaban un apoyo mutuo. El cliente prestaba unos servicios y un apoyo electoral, contribuyendo a la imagen pública de poder personal del patrono y, a cambio, el patrono le aportaba influencias, asistencia judicial, apoyo financiero y dinero o comida en los saludos. Es cierto que en la época Imperial, estos apoyos electorales no tuvieron la misma vigencia que anteriormente pudo tener, pero pudo ser decisiva en la concesión de cargos de la administración; en el mecenazgo cultural; y en el mantenimiento de este Imperio a través de estas aristocracias provinciales sumidas en el entramado clientelar.

En cuanto a lo que es el saludo en sí, no hay muchos datos. Muchas veces requerían de privacidad por lo que no hay muchas referencias literarias sobre eso. Aunque en fragmentos de Terencio, se pueden detectar una serie de fórmulas de saludo a través de una entrega fiel y reconocimiento al patrono a principios del siglo II a.C. En época imperial parece ser que en el saludo implicaba un intercambio de besos. Inlcuso, en Marcial, podemos ver como se queda un día sin cobrar su espórtula (recompensa monetaria o en especie) por no llamar dominus a su patrono.

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Urna etrusca donde aparece el acto de la salutatio. Fuente en: http://bit.ly/2ekXWmh

Bibliografía:

Fernández Vega, P.A. (1999): La casa romana, editorial Akal, Madrid, pág. 136-144